Hace toda una vida
que metí mi pasión
en el tubo de un saxofón.
Si fuera humo
sobre fondo negro,
me abrazaría a las notas que lanza
para dibujarme sinuosa en su melodía.
Y bailaría,
bailaría todas sus vidas.
El bello saxofonista
cree que es él
por quien cierro los ojos
cuando me enredo volátil
en el compás de su música.
Si pudiera parar este modo
me gustaría decirle
que envidio su boca, sólo,
por crear esas notas.
Un día marcado fiesta
me besó el saxofonista,
pero su beso,
no supo marcar los tiempos
ni tampoco, llenar mi boca.
Sopla para mí el saxofón,
que tu viento me lleve
al lugar donde nacen las notas.
Y bailaré,
bailaré para ti, toda tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario