En la orografía del paisaje
no era un ochomil destacable,
pero su -tez de fruta-
deslumbraba por sus chiribitas blancas.
Sin duda, una chica nenúfar.
especial y sinuosa,
como una mujer de Mucha.
La veía pintar, de lejos,
-en las espuma de los días-
su presencia me dejaba
-desesperado y, a la vez, feliz-.
Todo encajó cuando,
con su andar de encaje,
llegó hacia mí diciendo:
-J´amapelle Chloé-.
"... No quisiera morir sin haber agotado
mis labios en sus labios,
mi todo con su todo, mis labios en sus labios,
su todo con mis manos su infinito tesoro,
mi amor desmesurado..." Boris Vian