Arrasó las zonas reservadas
a la espera del reloj
e insistió al segundo
para que siempre fuera mío.
Demostró que los cuerpos
no necesitan descanso,
convocando a los ángeles
nocturnos
para que afinaran en mi cuerpo
todas sus cornetas.
Llenó mis ojos de destinos
y como quien reclama
la deuda de los siete años,
al corazón le puso cuerdas
y lo arrastró a conocer
los demonios que habitan
en el abisal de sus promesas.
Bihermoso, Carmen.Me encanta.Besos.
ResponderEliminarGracias Pedro, siempre es un placer ver/leer-te
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