Recorro
la zona gris
en la
que creía no tener recovecos.
Ellos
albergaban creencias
que
hicieron forzar
la
realidad hacia un mal sueño.
Dos
diciembres hizo falta
para estallar
las suposiciones
y dejar
de ser prisionero
de un
espejismo.
Ahora diáfano,
sin lugares ocultos,
sin más
huella de poeta esteril
que una
pluma limpia,
se
dedica a escribir mi hogar
desde la
raíz
hacia mi verdadero anhelo.
Nota mental:
En el día de mi cumpleaños,
me felicito por los logros
y por aceptar aquello con lo que no pude.
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