canto la salva
de lo que refleja los espejos
en mis entrañas.
Expongo el sentido agrietado,
al jugo del limón de mis palabras.
Y nada me para.
Ni la vergüenza de las miserias,
ni los ojos de jueces.
A corazón abierto
canta mi pecho
en espera de que a la hora diez
pase el altavoz de mis pensamientos.
Nota mental:
Hay una hora en la que la palabra pasa y se lleva
las incomodidades o inquietudes
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