Habla la soledad de la piedra,
cuando desea que una patada
la cambie de sitio.
cuando desea que una patada
la cambie de sitio.
Habla la soledad del arbusto seco,
que deambula por el desierto
en espera de los vientos.
que deambula por el desierto
en espera de los vientos.
La soledad habla,
habla a gritos, también,
cuando está contigo.
habla a gritos, también,
cuando está contigo.
Soledad parlante, soledad políglota: ¡ay la soledad!.
ResponderEliminarUna de las cosas que más me gusta de mi soledad, de la mía propia, es que la soporto perfectamente. La mía, sí.
ResponderEliminarAbrazo!