Hablar hasta saciarlo,
hasta hallar el peso de su molécula.
Hablar, a ser posible,
hasta completar su aforo,
hasta que la lengua sea una lija
y no quede saliva para el sello.
Hablar
y dejar vacío el vocabulario
o agotar sus definiciones.
Hablar y hablar.
Puede que así
comprenda donde estoy parada
y sepa de qué estoy hablando.
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