Hubo un tiempo, que como ahora,
las circunstancias me amarraban al suelo.
Y el suelo era a veces una madre
que empujaba ciega hacia días inciertos
otras,
un marido vertedor de cieno en vasos rotos.
Pero aparte de parentescos ilusorios
he de reconocer,
que el suelo fue también cómplice
de una lúcida esperanza
pues de tanto parar el derrumbe
dejé de temer las caídas.
Alegría, en parte, por ese estado tuyo de consciencia que denota liberación.
ResponderEliminarGran alegría, por volver a leerte.
Caritas sonrientes y abrazos.
Txema, el hombre de las sonrisas que acompaña mis letras :)))
ResponderEliminarYa sabes que la letras no siempre reflejan situaciones reales. En ocasiones, sólo es un juego de palabras.
Abrazos infinitos. :))))