Rebota la ceguera contra aquello
que quiere ver.
Una y otra vez intenta
la posibilidad de atravesar la ciénaga,
la probabilidad de un nueva percepción.
Todos los recursos existen,
y siempre habrá una forma de conjurar penumbras.
Desempolvar la vieja máquina de coser
y hacer brotar orquídeas blancas
con el intento de simular
algo vivo y bello entre las manos.
Bailar la noche con los pies descalzos
que la música sea la hoguera
donde se queme la angustia.
Hay listas interminables empapelando paredes
que sostienen y alimentan
mucho más que cuerpos flacos.
Nunca olvidemos acercar a nosotros
cualquier forma de proyectar claridad,
la luz intransferible
que combate la ceguera.
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