de beberte apacible
cuando en el intercambio regresas efervescente,
o de peinar tus rizos
que la noche transforma en desasosiegos.
Y no sé otra forma
de esquivar la pistola de lágrimas
cuando encañona el alma
o de combatir los relámpagos
que abren pozos en nuestras entrañas.
No, no sé otra forma
de domar esa fiera
que con mi invisible ternura.
Nota mental:
" A veces debemos endurecernos, pero jamás debemos olvidarnos de la ternura" Ché G.