El fulgor de unos días
no llegó para alumbrar al resto.
Un reloj tuvo que marcar todas las horas
para que ambos se despojaran
de los cuadros impresionistas.
Con las paredes desnudas todo se adormece,
hasta los amaneceres retrasan su salida,
mientras que la pasión se disuelven
en los líquidos de los finales.
no llegó para alumbrar al resto.
Un reloj tuvo que marcar todas las horas
para que ambos se despojaran
de los cuadros impresionistas.
Con las paredes desnudas todo se adormece,
hasta los amaneceres retrasan su salida,
mientras que la pasión se disuelven
en los líquidos de los finales.
Tontos sentimientos aquellos que se apoderan del pensamiento... o ¿es al revés?