Sin brazos, ni piernas, ni rastro,
sólo eres belleza de mariposa verde
que cuelga del alfiler en un calendario.
La naftalina te conserva
en la memoria de los amores
llorando cuando es de noche,
reclamando, de la luna, tu espacio.
Has de venir por los sueños
no encuentro otra entrada,
y allí estarán todos los cuentos
que dejamos pendientes.
Sin rostro, ni manos, ni prisas,
sólo eres un cazador de besos
que revolotea alrededor de mi talle.
El ser de las mil formas,
amamantado por los pechos de mis letras
te he dibujado entre arco iris
con el balbuceo de tus palabras.
Te suspiro hijo,
cuando miro el ángel de porcelana,
la invención que te contiene.